viernes, 25 de septiembre de 2009

LA BRÚJULA SOCIALISTA NO PUEDE OLVIDAR LA HISTORIA


APUNTES PARA ESTABLECER EL INICIO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Por: Martin Guerra.
24 de setiembre de 2009.



Polonia. 70 años después del ataque nazista.

El primer día de este mes de setiembre, la canciller alemana Ángela Merkel en un discurso en Westerplatte, península sobre el Mar Báltico en la región de Pomerania, muy cercana a la ciudad polaca de Gdansk, señaló que esa fecha hacía 70 años había abierto "el capítulo más trágico " de la historia europea. Según el cable ella dijo: "Hace 70 años empezó, con el ataque alemán contra Polonia el capítulo más trágico de la historia de Europa (…) La guerra desencadenada por Alemania infligió un sufrimiento inconmensurable a muchos pueblos, años de privación de derechos, de humillación y de destrucción ".

Sin embargo la Segunda Guerra Mundial no se inició ni hace 70 años, ni el 01 de setiembre de 1939. Merkel no hace sino continuar cubriendo con un velo oscurantista este importantísimo acontecimiento histórico. Tampoco se inició en Polonia.

Mal hacemos en tolerar las convenciones de los historiadores que dan por sentado, que los cañonazos disparados por el acorazado alemán “Schleswig-Holstein” contra la base polaca del mismo nombre de la península mencionada, dan inicio a la Segunda Guerra. He allí un gran ejemplo de cómo la pretendida imparcialidad de la ciencia oficial no existe. Para varios historiadores el conflicto ya se había entablado en el frente asiático desde el 07 de julio de 1937, cuando los japoneses invadieron China. El 03 de mayo del mismo año, Mao Tse- Tung había anunciado: “De concierto con los intensos preparativos de Hitler y Mussolini para una guerra de rapiña en Occidente, el Japón, en Oriente, está concentrando todos sus esfuerzos en la preparación, conforme a un plan bien definido, de condiciones que le permitan acabar con China de un solo golpe ”. Dos meses después Japón los atacaba con todo su poderío. Aún así, se ha aceptado mundialmente el canon impuesto por las potencias occidentales, según el cual la guerra habría comenzado el 01 de setiembre de 1939. Con lo que se tergiversan muchos hechos y se liberan de responsabilidades históricas numerosos países.

Tampoco es cierto que la guerra principiara en 1937, pues un hecho mundial armado, no se mide por la cantidad de países que intervienen en él o por el potencial bélico puesto a disposición, ni siquiera por el número de personal militar movilizado o áreas civiles afectadas. No. Debe cuantificarse y cualificarse, por la capacidad de influencia manifiesta en la transformación de las estructuras sociales, cuando las concepciones políticas y económicas llegan a un punto en que el enfrentamiento militar es la expresión política de la contradicción histórica.

De acuerdo a eso, la Segunda Guerra se inició antes. ¿Desde cuándo? Desde que las acciones bélicas empezaron a rediseñar la construcción geopolítica y económica del mundo a partir de la oposición insostenible que se generó en 1917, entre el socialismo y las luchas de liberación nacional por un lado, y el capitalismo y el neocolonialismo, por otro. Y aquello explotó en 1935.

Fascismo y Comunismo.

Sin embargo se gestó mucho antes. El despertar fascista fue la expresión de la contrarrevolución en Europa. Frente al internacionalismo defendido y difundido por la Revolución Rusa, la reacción europea, además de intentar en 1918 el cerco militar en su contra, endureció las condiciones de vida de las clases populares en sus países para evitar otros estallidos revolucionarios. Escenario este último, que además empezó a predicar abiertamente en el mundo la Internacional Comunista. Los dos países que contaban con la militancia más aguda en sus respectivos partidos comunistas, eran precisamente Italia y Alemania. Antiguas regiones en donde el Imperio Romano había tenido su auge y su decadencia, originaron en los sectores empobrecidos del pueblo, sobretodo en sus portavoces, las clases medias que se desplazaron hacia la miseria, las ansias de insurgir, de regresar a supuestos tiempos mejores. El chauvinismo y la verticalidad que caracterizaron al fascismo se hallaban subyacentes, y las razones económicas para odiar al resto del mundo, las había aderezado muy bien el Tratado de Versalles, que bosquejaba una realidad para la parte este de Europa Occidental, que la condenaba a la dependencia y el ostracismo.

Así, con un discurso ultra, apelando a los “valores tradicionales” de Dios, Patria y familia, prometiendo los derechos sociales, la industrialización y el trabajo que italianos y alemanes añoraban, Mussolini y Hitler disputaron el favor de las masas a los partidos comunistas. Y la represión contra el pueblo conciente arreció. Los partidos comunistas sin sus principales líderes libres o con vida, y con las bandas fascistas armadas desde los gobiernos, se debilitaron por completo. Recordemos como en 1933, los nazis tratan de condenar al búlgaro Georgi Dimitrov por el incendio del Reichstag. Este, que era presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, demostró las mentiras de los nazis en el famoso Juicio de Leipzig, en donde junto a Vasil Tanev y Blagoi Popov, desenmascararon la esencia represiva y mendaz del régimen. La acusación era utilizada por los fascistas para desprestigiar al movimiento comunista internacional.

Ya para ese entonces, Antonio Gramsci, notable dirigente comunista italiano, estaba preso desde el 08 de noviembre de 1926. Tres días antes Mussolini, había ilegalizado a los partidos políticos de la oposición y liquidado la libertad de prensa. La justificación era la seguridad de la nación, para ello ponía como pretexto, un fallido atentado contra su vida, ocurrido el 31 de octubre. Gramsci sufre prisión de casi diez años y medio. Es liberado por su grave estado de salud, el 21 de abril de 1937. Seis días después fallece.

Del mismo modo, Hitler se deshizo del dirigente comunista alemán más destacado, Ernst Thälmann, arrestado por la Gestapo el 03 de marzo de 1933. Nunca fue enjuiciado, pues la derrota ante Dimitrov hizo que los nazis no volvieran a dar tribuna a un dirigente comunista. Thälmann sería fusilado en las postrimerías del nazismo, en el campo de concentración de Buchenwald, el 17 de agosto de 1944.

Un dato más que nos ayuda a entender el proceso y sus fines, es el arrojado por la cantidad de militancia activa que tenían los partidos comunistas alemán e italiano frente a los partidos fascistas. Era muchísimo mayor. Por ejemplo, y a pesar de eso, en las elecciones presidenciales de 1932 en Alemania, entre Hindenburg, Hitler y Thälmann, el candidato comunista obtiene sólo un 10% de los votos. Aunque esa votación era de su militancia orgánica y de sectores populares fieles a las consignas del partido.

Los pueblos hambreados y postergados, sobretodo los más cercanos a los sectores del lumpen, adhirieron al fascismo. El comunismo prometía una revolución, para la que había que trabajar, construir, entregar la vida, para que las futuras generaciones pudieran gozar de las libertades conseguidas; o como lo explicara el 16 de diciembre de 1933, Dimitrov en su citada famosa defensa: “¡Trabajo de masas, lucha de masas, resistencia de masas, frente único y nada de aventuras!: tal es el principio y el fin de la táctica comunista ”. El fascismo en cambio, prometía el paraíso para mañana y no para pasado mañana. Se sustentaba en la rabia, el resentimiento, en las viejas ataduras feudales de una población muy católica y conservadora, a jefes tradicionales y duros, que además, surgían esta vez de las “entrañas del pueblo”, como Hitler, un cabo, licenciado del ejército, y Mussolini, hijo de un herrero y una maestra. En todo caso, pertenecían a un sector bajo de la burguesía.

El fascismo aspiraba a la dirección del pueblo por la clase media, que atrapada eternamente entre la pobreza y la admiración a la riqueza burguesa y a las costumbres aristocráticas, mantenía latente un potencial destructivo enorme, fruto del resentimiento. Esa “frustración individual o social ” de las clases medias a las que invoca el fascismo, a decir de Umberto Eco, explica su fortaleza. Todo eso, unido al olvido de amplios sectores populares, entregó a sus organizaciones la posibilidad del poder y la dirección de la contrarrevolución. Por ello las burguesías y las aristocracias no se les enfrentaron. Es más, la cantidad de condes y duques y de banqueros e industriales que se sumaron al proyecto fue enorme.

Por último, Hitler mismo señala en el capítulo catorce de su libro “Mi Lucha” de 1926, titulado “Orientación política hacia el este ”, que la caída de los bolcheviques en Rusia y el fin de los eslavos, es la condición insoslayable para cumplir con los planes nacionalsocialistas. Desarticulado el Partido Comunista Alemán, fundado en 1918, e ilegalizado el Partido Comunista Italiano, fundado en 1921, los fascismos, con la marcha sobre Roma en 1922, y al arribo de Hitler a la cancillería tras la muerte de Hindenburg en 1933, habían concentrado un gran poder. De esta forma el caudillo que representaba los deseos del pueblo, era intermediado por un poderoso aparato en donde las aspiraciones de la clase media, los negocios de la burguesía y el confort de la aristocracia y de la iglesia, se mezclaban en la dirección de los acontecimientos. Y aquello tenía como norte el fin de la Unión Soviética, de la Internacional Comunista y de las revoluciones en Europa.

Hacia una correcta cronología de los hechos.

Una cronología de sucesos en la historia social de los pueblos, no puede estar constituida por una cadena interminable de momentos que relativicen las transformaciones. Tampoco debe tomar estrictamente como fecha de inicio o de término formal del conflicto, las declaraciones de guerra o las firmas de paz, sino que debe ubicar en el tiempo los acontecimientos fundamentales de germinación y desencadenamiento de una conflagración, de cualquier orden.

De acuerdo a lo expuesto, veamos: el 03 de marzo de 1935, Italia fascista invade Abisinia, cuatro días más tarde, Alemania nazi, ocupa militarmente Renania. Europa y los Estados Unidos no dicen nada.

El 25 de noviembre de 1936, en Berlín, los ministros de relaciones exteriores del Japón y de Alemania, Mushakoji y Von Ribbentrop, firman el Acuerdo contra la Internacional Comunista. El protocolo adicional, en uno de sus acápites dice: “Se creará una Comisión permanente con objeto de facilitar la cooperación (…) para luchar contra la obra subversiva de la Internacional Comunista ”.

Poco después irán adhiriendo más países a este pacto. Italia en 1937 y posteriormente, Hungría, España, Bulgaria, Finlandia, Rumania, Dinamarca, Eslovaquia, Croacia y Nankín, en 1939. Se constituía en la práctica una Internacional Contrarrevolucionaria.

Por eso, los fascistas prestaron atención a los lugares en donde la revolución socialista se estaba concretando. Ya dijimos que Japón en julio de 1937 atacó China. Antes, el 26 de abril de 1937, se iniciaba el bombardeo de Guernica en España, por parte de la Legión Cóndor de la Luftwaffe, fuerza áerea alemana, en colaboración con Italia.

El 12 de marzo de 1938, Alemania se anexa Austria, a la que designarán “Anschluss”. Inclusive en este momento, Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, escribe a Hitler persuadiéndolo a proseguir las negociaciones. La derecha mundial se inclinaba ante el fascismo.

A pesar de la escalada de violencia, el 29 de septiembre de 1938 se firma el Pacto de Munich entre Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia. Este incluye la enajenación de los Sudetes perteneciente a Checoslovaquia, por Alemania, aduciendo que la mayoría de su población era germana. Este trascendental documento señalaba con desparpajo que: “El Reino Unido, Francia e Italia están de acuerdo en que la evacuación del territorio en cuestión deberá quedar concluida el 10 de octubre, sin que ninguna de las instalaciones existentes haya sido destruida. El gobierno Checoslovaco será responsable de efectuar esa evacuación sin que de ella resulte ningún daño a las mencionadas instalaciones ” Firmado por Adolf Hitler, Neville Chamberlain, Edouard Daladier y Benito Mussolini, pretendía responsabilizar a Checoslovaquia respecto a la modalidad de desenvolvimiento de su propio despojo.


La recuperación del Sarre, la militarización del Rin, la anexión de Austria y por último, la ocupación de Checoslovaquia, es decir, el dominio de los Sudetes, cadena montañosa entre Bohemia y Silesia, le permitió al fascismo unir territorialmente Europa septentrional con los países eslavos orientales, con Bielorrusia y con Ucrania, o sea con la Unión Soviética.


El 14 de marzo de 1939, Alemania ocupa las provincias checas de Bohemia y Moravia, el gobierno títere checoslovaco no responde a los intereses de su población indignada y se entrega a Hitler. Mientras tanto, Italia, muy segura, invade Albania.

Hasta aquí, para la historia oficial, y para Ángela Merkel, la guerra no se había iniciado todavía. Recién el 01 de septiembre de 1939, se inicia según la canciller, la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas de Gerd von Rundstedt dan por iniciado el Fall Weiss. La invasión de Polonia, realizada en conjunto por Alemania y Eslovaquia, posesiona a la Alemania nazi cara a cara con la URSS. La Luftwaffe realiza los primeros bombardeos sobre Varsovia, Cracovia y Lodz. El 02 de septiembre, Alemania entra en posesión de Dánzig. Alrededor de 10 000 polacos fueron asesinados durante la ocupación, que le abría a Alemania la posibilidad de invadir la URSS en cualquier momento.

Cifras e historia.

La llamada Gran Guerra, o Primera Guerra Mundial, había acarreado al mundo, la cantidad de más de 10 millones de muertos y 8 millones de desaparecidos. Entre esta guerra y la segunda surgió la URSS y se avecinaban muchas revoluciones más en Europa y en el mundo. Se habla de 60 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, muchos creen que esta discutible cifra es aún mayor. Empero, siempre que se habla de la suma enorme de muertos de la nación judía, y del heroísmo indescriptible de los soldados norteamericanos y de la resistencia francesa, poco o nada se dice en la mayoría de libros, documentales, exposiciones y homenajes, incluyendo la demoledora tarea del cine; de la población soviética y del Ejército Rojo. De más está decir que nadie niega los actos memorables aludidos. Tampoco vamos a dedicar más líneas a la labor de la URSS en la Segunda Guerra pues ya lo hicimos en artículo anterior .

No obstante, es bueno recordar que de cada cinco muertos de esta guerra, dos eran soviéticos, es decir, más de 20 millones de personas, como acertadamente lo investigó Oleg Rzheshevski . La pérdida económica para este país calculado en dólares de 1941, fue de 485 mil millones de dólares, casi dos veces la deuda externa del Brasil, o cuatro veces la Argentina u ocho veces la chilena, al año 2008 , teniendo en consideración la devaluación sufrida en casi sesentisiete años, pues el poder adquisitivo del dólar ha decaído grandemente.


El fascismo creció de cara a las democracias, no por detrás. Si algo lo caracterizó más que nada, fue su brutal sinceridad. En 1921, antes de la Marcha sobre Roma, José Carlos Mariátegui, que vivía en Italia para aquel entonces, escribió en un artículo su parecer frente a las contiendas que se sucedían incansablemente y con mayor intensidad entre fascistas y comunistas, decía: “Los “fascistas” no se desarmarán, pues, contra los comunistas. Y, si el partido comunista no estuviera en un período de organización y captación, si su preparación le permitiera ser una inminente amenaza revolucionaria, el “fascismo” no pensaría siquiera en la desmovilización y en la paz. Pasaría a una segunda gran ofensiva ”. En este análisis, el periodista peruano, realizaba una crítica sutil pero precisa, contra los que creían que la guerra civil en Italia podía cesar porque uno de los dos bandos declarara la paz, y estaba afirmando abiertamente, doce años antes que Hitler asumiera el mando en Alemania, que el fascismo es el enemigo natural del comunismo, pues significa la contrarrevolución. Años más tarde, Mariátegui, ya un marxista militante lo dirá más clara y políticamente, aunque es muy interesante repasar estas líneas escritas en su período de formación política, pues nos permiten ver a la distancia la difícil realidad de la época. Los comunistas italianos acababan de escindirse del Partido Socialista, lo que no los anulaba de ser una gran fuerza política, pero si los alejaba de una estrategia de poder para el momento. Justamente los comunistas se habían divido de los socialistas frente a la poca importancia efectiva que estos le daban al arribo cada vez más preocupante de la contrarrevolución a nivel mundial. Mussolini fue un hombre que surgió del Partido Socialista.

Con la escisión, los comunistas se empeñaron en desarrollar el poder alternativo de la clase obrera, en los consejos de fábrica. Mientras los fascistas apelaban a los favores de las clases medias. Gramsci lo entendió prontamente, ya en 1924 apuntaba: “Lo que caracteriza al fascismo es haber logrado constituir una organización de masa de la pequeña burguesía ”.

Una vocación guerrerista como la que describe Mariátegui en 1921, y un sector de clase cautivo por sus propias frustraciones, sobre el que habla Gramsci en 1924, dan la fórmula de lo que vendría a convertirse en esa aventura sanguinaria contra la revolución, que arrastraría consigo a la democracia y a los derechos humanos fundamentales, que se denominó nazismo.

Negar hoy, a finales de la primera década del siglo XXI que la Segunda Guerra Mundial se inició en 1935 y no en 1939, ocultar que la causa principal por la que las democracias de las potencias occidentales permitieron el armamentismo de Hitler, Mussolini y Tojo, y aplaudieron su predica anticomunista, fue la esperanza de la destrucción de la URSS, por el miedo a lo que significaba con sólo existir, para los humillados y ofendidos de todo el planeta, es esconder la cabeza como la avestruz pero frente a la historia, es no entender, utilizando las mismas palabras de la canciller alemana, que el capítulo más trágico, no se inició con un ataque armado en una determinada fecha, sino cuando las fuerzas reaccionarias del mundo occidental, que hoy campean nuevamente, dieron carta blanca a su expresión más derechista, el fascismo, para destruir las añoranzas de miles de millones de seres humanos, la expectativa de una vida digna y solidaria.

Los socialistas no podemos olvidar la historia, si es que en realidad necesitamos erigir un camino. Con las palabras de Ángela Merkel referentes al inicio de la guerra se desconoce toda la cofradía mundial entre los firmantes de Berlín de 1936 y Munich de 1938, es decir entre los fascistas y sus alcahuetes, para terminar con la patria de Lenin. Se niega además, que la Unión Europea está construida sobre las bases de lo anterior; de lo caduco, pero con una falsa autocrítica. Y lamentablemente muestran una Europa que todavía no sabe hacer, eso que reseñó inmejorablemente Curzio Malaparte en su novela “La Piel” de 1949, no ha aprendido aún a “levantar de nuevo la bandera caída en el fango ”.

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