Jorge Bacacorzo y José Carlos Mariátegui[1]
A propósito de un libro inédito de Bacacorzo sobre el Amauta.
Por: Martin Guerra
A propósito de un libro inédito de Bacacorzo sobre el Amauta.
Por: Martin Guerra
Una epopeya lírica dedicada a la vida y obra del Amauta duerme inquieta en espera de darse al pueblo lector. Hace un año, Jorge Bacacorzo falleció y nos dejó como aporte y legado su cuantiosa obra escrita, principalmente poética. Entre aquellos más de treinta poemarios inéditos, reposa intranquilo el que compusiera sobre Mariátegui (escrito entre junio de 1981 y abril de 1994). Esta noticia ha de constituir sin duda un grato acontecimiento para los seguidores de Mariátegui y para los que siempre han gustado de la poesía de Bacacorzo.
Los primeros años de su vida poética, transcurrieron entre los avatares de la lucha contra Odría, las cárceles, el teatro experimental, la docencia y la poesía comprometida con su pueblo y también con el erotismo, como la expresión profunda y vertiginosa de la comunicación entre los seres. Pasados los cincuenta años, Bacacorzo inició una serie de proyectos de poemarios sobre nuestros más grandes íconos revolucionarios y artísticos. Poemarios que pretendían ser biografía, arte e historia. En otras palabras: Pedagogía. El objetivo, cantar a las luchas del Perú y a sus representantes y también acercar estas luchas a los más jóvenes, a los que las desconocían. El maestro siempre repetía que era mucho más fácil aprender con imágenes.
Así, nos dejó inéditas las epopeyas sobre Mariano Melgar y Túpac Amaru, por ejemplo. Su libro sobre Mariátegui surgió mientras escribía uno sobre el Palais Concert y Abraham Valdelomar. Allí, Bacacorzo pretendía recrear su propia experiencia poética y la de sus camaradas, reseñando al mismo tiempo la obra de los que lo antecedieron, en un ejercicio lúdico y holístico. El libro tuvo muchos títulos: “El Palais Concert”, “Casa de Vinos y Licores”, “El Tabernero”. En uno de los poemas aparece el joven José Carlos Mariátegui (Juan Croniqueur) y llega para quedarse. Bacacorzo va profundizando en él hasta que lo independiza, adquiere forma propia y surge: “José Carlos Mariátegui, el Amauta”. Allí leemos por ejemplo: “El pequeño hombre de los millones de palabras y encendedor del socialismo y agitador de sus banderas es el más grande hombre de mil hechos que son época” (De “El Amauta Rojo”). La sucesión de versos es larguísima, Mariátegui se gesta, nace, escribe, inicia su lucha y se agiganta: “Trabajadores del campo por primera vez se sienten dueños de sí mismos y emparentados con la tierra, / trabajadores del mar y de los puertos, ya no se ven eternos náufragos ni encarcelados en dársenas y muelles,/ trabajadores mineros de los más profundos socavones ya no sólo conocen los oscuros caminos que llaman al fondo de la tierra, sino las luces sindicales y contemplan con más frecuencia el día, / trabajadores de las fábricas llenos de deberes, pitos, sirenas y despidos, hoy ya tienen su jornada humana y sus derechos porque Mariátegui los une y confedera / en una gran fuerza nacional, creadora, enorme y ágil / que es ya todo un himno en marcha hacia la aurora”. (De “La CGTP”)
Pero el Amauta no aparece en el Perú de la nada, hay historia antigua que aguarda: “Los amautas, los filósofos, los maestros del Tahuantinsuyo, perecieron. / Con la conquista pasaron del verbo, y de la lumbre cotidiana al humo del recuerdo. / Sólo de vez en cuando entre las sombras, / sus escritos y sus signos misteriosos se aireaban / por los que conocían el tiempo y las resacas. / Y entonces los amautas renacían y soplaban sueños de libertad al oído de los líderes.” (De “José Carlos, el Amauta”).
Con el socialismo el Amauta teoriza y actúa, une acción y palabra. Crea la línea y el instrumento: “Los siete ensayos son siete puertas al pasado para comprender nuestros orígenes y comprender el presente que se escapa” (De “Los Siete Ensayos”), “Y para que todos los peruanos pasen del sueño y la esperanza funda el Partido” (De Obertura).
Ajeno a premiaciones y vanidades literarias, Bacacorzo trabajó en silencio, sobre todo en la última etapa de su vida. Varios fracasos de proyectos editoriales no le amilanaron. Perfeccionista en extremo nos dejó una tarea: la de sacar sus escritos a la luz pública y difundirlos entre las masas, no para la gloria personal, que nunca le quitó el sueño, sino para educar y difundir y por lo tanto transformar. Tarea difícil, por la gran cantidad de obra inédita y confusamente compuesta (a pesar del celo que su viuda Flor de María a puesto en archivarla, catalogarla y organizarla) y porque publicar en el Perú constituye también una epopeya. Por esta razón se está impulsando el Instituto Jorge Bacacorzo, para realizar el ordenamiento, estudio y publicación de la vasta obra del poeta. Los que animan esta iniciativa (familiares y discípulos) esperan con ganas que se sumen voces solidarias y entonces podremos aprender de Mariátegui y de otros también a través del arte, demostrando, como decía Bacacorzo a quienes fuimos sus alumnos, en sus intensas clases de Historia del Arte: “El arte es una forma de conocimiento”.
[1] Publicado en el Boletín de la Casa Museo José Carlos Mariátegui en su edición de junio de 2007.
Los primeros años de su vida poética, transcurrieron entre los avatares de la lucha contra Odría, las cárceles, el teatro experimental, la docencia y la poesía comprometida con su pueblo y también con el erotismo, como la expresión profunda y vertiginosa de la comunicación entre los seres. Pasados los cincuenta años, Bacacorzo inició una serie de proyectos de poemarios sobre nuestros más grandes íconos revolucionarios y artísticos. Poemarios que pretendían ser biografía, arte e historia. En otras palabras: Pedagogía. El objetivo, cantar a las luchas del Perú y a sus representantes y también acercar estas luchas a los más jóvenes, a los que las desconocían. El maestro siempre repetía que era mucho más fácil aprender con imágenes.
Así, nos dejó inéditas las epopeyas sobre Mariano Melgar y Túpac Amaru, por ejemplo. Su libro sobre Mariátegui surgió mientras escribía uno sobre el Palais Concert y Abraham Valdelomar. Allí, Bacacorzo pretendía recrear su propia experiencia poética y la de sus camaradas, reseñando al mismo tiempo la obra de los que lo antecedieron, en un ejercicio lúdico y holístico. El libro tuvo muchos títulos: “El Palais Concert”, “Casa de Vinos y Licores”, “El Tabernero”. En uno de los poemas aparece el joven José Carlos Mariátegui (Juan Croniqueur) y llega para quedarse. Bacacorzo va profundizando en él hasta que lo independiza, adquiere forma propia y surge: “José Carlos Mariátegui, el Amauta”. Allí leemos por ejemplo: “El pequeño hombre de los millones de palabras y encendedor del socialismo y agitador de sus banderas es el más grande hombre de mil hechos que son época” (De “El Amauta Rojo”). La sucesión de versos es larguísima, Mariátegui se gesta, nace, escribe, inicia su lucha y se agiganta: “Trabajadores del campo por primera vez se sienten dueños de sí mismos y emparentados con la tierra, / trabajadores del mar y de los puertos, ya no se ven eternos náufragos ni encarcelados en dársenas y muelles,/ trabajadores mineros de los más profundos socavones ya no sólo conocen los oscuros caminos que llaman al fondo de la tierra, sino las luces sindicales y contemplan con más frecuencia el día, / trabajadores de las fábricas llenos de deberes, pitos, sirenas y despidos, hoy ya tienen su jornada humana y sus derechos porque Mariátegui los une y confedera / en una gran fuerza nacional, creadora, enorme y ágil / que es ya todo un himno en marcha hacia la aurora”. (De “La CGTP”)
Pero el Amauta no aparece en el Perú de la nada, hay historia antigua que aguarda: “Los amautas, los filósofos, los maestros del Tahuantinsuyo, perecieron. / Con la conquista pasaron del verbo, y de la lumbre cotidiana al humo del recuerdo. / Sólo de vez en cuando entre las sombras, / sus escritos y sus signos misteriosos se aireaban / por los que conocían el tiempo y las resacas. / Y entonces los amautas renacían y soplaban sueños de libertad al oído de los líderes.” (De “José Carlos, el Amauta”).
Con el socialismo el Amauta teoriza y actúa, une acción y palabra. Crea la línea y el instrumento: “Los siete ensayos son siete puertas al pasado para comprender nuestros orígenes y comprender el presente que se escapa” (De “Los Siete Ensayos”), “Y para que todos los peruanos pasen del sueño y la esperanza funda el Partido” (De Obertura).
Ajeno a premiaciones y vanidades literarias, Bacacorzo trabajó en silencio, sobre todo en la última etapa de su vida. Varios fracasos de proyectos editoriales no le amilanaron. Perfeccionista en extremo nos dejó una tarea: la de sacar sus escritos a la luz pública y difundirlos entre las masas, no para la gloria personal, que nunca le quitó el sueño, sino para educar y difundir y por lo tanto transformar. Tarea difícil, por la gran cantidad de obra inédita y confusamente compuesta (a pesar del celo que su viuda Flor de María a puesto en archivarla, catalogarla y organizarla) y porque publicar en el Perú constituye también una epopeya. Por esta razón se está impulsando el Instituto Jorge Bacacorzo, para realizar el ordenamiento, estudio y publicación de la vasta obra del poeta. Los que animan esta iniciativa (familiares y discípulos) esperan con ganas que se sumen voces solidarias y entonces podremos aprender de Mariátegui y de otros también a través del arte, demostrando, como decía Bacacorzo a quienes fuimos sus alumnos, en sus intensas clases de Historia del Arte: “El arte es una forma de conocimiento”.
[1] Publicado en el Boletín de la Casa Museo José Carlos Mariátegui en su edición de junio de 2007.
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