viernes, 24 de noviembre de 2006

EL REGRESO DE FUJIMORI: CONTINUACIÓN DEL PLAN PACÍFICO IMPERIALISTA.


(El siguiente texto fue redactado el día 11 de noviembre de 2005, al concretarse el arribo de Alberto Fujimori a tierras chilenas. Fue difundido masivamente por Internet. Sólo se le han hecho algunas correcciones gramaticales y de estilo sin alterar en nada el espíritu del tema)

El regreso de Fujimori al continente, su arribo a Chile y su intento de retornar al Perú para iniciar su campaña presidencial debe leerse desde el ángulo correcto. Más allá de rasgarse las vestiduras por la llegada del delincuente o indignarse por su cinismo y atrevimiento o hacer un recuento policial sobre sus crímenes, se debe desarrollar un análisis político de lo que significa la presencia de Fujimori en tierras chilenas, justo cuando nuestras relaciones con el gobierno de Ricardo Lagos no van muy bien, además del problema de la delimitación territorial y marítima que mantiene al Perú, Chile y Bolivia en un conflicto velado desde el siglo XIX.
No debemos olvidar en ningún momento que los países pobres de Africa, Asia, Oceanía y América Latina, son el pastel en disputa para los grandes imperialismos norteamericano, japonés y europeo. A través de los tratados de libre comercio, las ONG, la OTAN, las bases militares, etc., los imperialistas tratan de apoderarse de nuestros mercados, materia prima y mano de obra barata. Este proceso no ha comenzado ahora, se inició desde el origen del capitalismo. El hecho de que Fujimori haya sido prohijado por el régimen japonés no es cuestión de moral asiática o fidelidad étnica, Japón actuó protegiendo su carta principal en Latinoamérica, Alberto Fujimori, personaje sospechosamente nacido el 28 de julio, día de la patria en el Perú. Carta que significaría - de regresar Fujimori al Perú, ser exculpado, postular a la presidencia y salir electo - la continuidad de la avanzada imperialista japonesa en nuestro país y en el continente. Recordemos que en los actuales comicios electorales bolivianos, existe un candidato descendiente de japoneses y que es voceado como el “Fujimori peruano”.

Japón, Estados Unidos y América Latina.

El nacionalismo japonés desarrolló un Plan durante las décadas de los 30 y 40 y que tuvo su desarrollo real durante la Segunda Guerra Mundial. El Plan Pacífico, incluía entre sus aspiraciones militares y económicas, infiltrar la política latinoamericana para favorecer a las intenciones imperialistas del Japón, este Plan contenía, desde la formación de colonias de descendientes, hasta la creación de bases militares secretas. El Plan fue creado para frenar el avance imperialista norteamericano en el Pacífico (Centroamérica, las Filipinas y Sudamérica), situación que al Japón no le convenía ni le conviene.
Tanto los Estados Unidos y el Japón se enfrentaron en los 40 por el dominio geopolítico del Pacífico. La situación no resultó favorable para los señores de la guerra del Mikado japonés, el postrer triunfo de la primera potencia económica, los Estados Unidos, y la subsiguiente aplicación del Plan Dodge para desarrollar la economía capitalista en el país oriental, sometió temporalmente a los japoneses, pero al funcionar el despegue económico, abandonaron la tutela yanqui y decidieron su propio plan político imperialista.
Fujimori encajó perfecto en este plan durante los años 90, ante la avanzada neoliberal que solidificaba las bases del capitalismo norteamericano en tierras latinoamericanas, Fujimori se constituyó en el fundador del neoliberalismo, sobre las fuertes bases desarrolladas por Alan García en relación al desmontaje de las empresas del Estado.
Cuando Fujimori huye del Perú en el año 2000, se lleva consigue millones de dólares del Perú y los peruanos y deja un país deshecho y a sus seguidores y secuaces presas de las más viles ambiciones de heredad. Fujimori se esconde en el Japón e inmediatamente este le reconoce la nacionalidad japonesa, no por un favor por ser Fujimori representante de su raza, sino por un interés político muy antiguo. Los sucesivos gobiernos de Paniagua y Toledo no hicieron nada por exigir fuertemente la repatriación del prófugo. Hay que recordar que cuando Fujimori es elegido Presidente del Perú, en el Japón se le da a un poblado su nombre y se reúne además en privado con el Emperador y con el Primer Ministro. Conversaciones ambas en las que no se informó al pueblo peruano de su contenido.


Fujimori y Toledo: Más neoliberalismo.

El saldo del gobierno de Fujimori, aparte de la implantación del modelo neoliberal, significó la consolidación de un proceso que se empezó a profundizar a mediados de la década del 70 y que se evidenció en: un país mucho más pobre que a su arribo, la destrucción de las organizaciones del pueblo, el desmontaje de las leyes laborales y precariedad de los contratos de trabajo, persecución y compra de los sindicatos, la inestabilidad laboral, el desempleo, la venta de las empresas estatales, las privatizaciones y concesiones, el desarrollo de un plan de educación nefasto para el pueblo peruano, plan que proscribe las ideologías y la mentalidad crítica, la destrucción del agro, el advenimiento de las transnacionales en gran forma, la construcción de bases militares yanquis y el establecimiento de un grupo de políticos, jueces y militares vasallos del narcotráfico y la corrupción. Amen de la persecución, represión y asesinato de los líderes populares o personas enemigas del régimen que descubrían o denunciaban algún eslabón de la cadena de crímenes del gobierno. Todo esto dejaba Fujimori en nombre de la modernidad y la lucha contra el terror.
Una década atrás, cuando en las elecciones de 1990, Mario Vargas Llosa, candidato de la ultra derecha, anunció la imposición de las medidas neoliberales, a través del llamado shock económico, causó un fuerte movimiento popular de reacción en su contra, volcándose las esperanzas del pueblo hambreado en el no shock, es decir en votar por el otro candidato, el desconocido Alberto Fujimori. En aquella ocasión, los Estados Unidos en boca de su embajador en el Perú, dirían que preferían apoyar a Fujimori antes que a Vargas Llosa por el problema táctico que causó al revelar al pueblo la imposición del modelo neoliberal que realizaría al arribar a la presidencia de la República. Sin embargo, luego del golpe de Estado del 5 de abril de 1992 y los crímenes, y escándalos de corrupción que se sucedían sin parar en el gobierno de Fujimori y ante la influencia cada vez más notoria del Japón en los asuntos económicos de Palacio de Gobierno, los norteamericanos apelaron a un par de posibles cartas bajo la manga, la primera, un viejo joker, el pro yanqui Javier Pérez de Cuellar, ex Secretario General de la ONU, el organismo internacional pantalla del imperialismo estadounidense, fiel servidor de los yanquis en lo referente a sus intereses en Medio Oriente y Centro América, y la segunda, el servil Alejandro Toledo, especialista en Economía y consultor financiero, con estudios en los Estados Unidos. Ambos candidatearon contra Fujimori en 1997, pero este salió vencedor. Sin embargo los yanquis, expertos veteranos en conspiraciones políticas veían en Toledo un dispuesto sucesor de las políticas neoliberales de Fujimori y fiel seguidor del imperialismo gringo, cuando la ambición incontrolable de Fujimori y Montesinos (agente de la CIA) terminaran por hacer caer al régimen. Además, debía de ser el futuro Presidente, un leal aliado de Estados Unidos y no tener ninguna ligazón importante ni con la Unión Europea ni con el Japón. Este era el caso de Toledo, a quien darían todo el apoyo de la Mesa de Diálogo de la OEA, para la cuestión de la sucesión a Fujimori y que se hizo popular por prometer en su futro gobierno un “fujimorismo sin Fujimori”. En el fondo lo que se peleaba era la seguridad de contar con un Presidente que no defendiera ni los intereses de la nación ni los intereses extranjeros, a menos que fueran los de Estrados Unidos.


Las relaciones entre Perú, Chile y Bolivia.

Ahora que Vamos Vecino y Nueva Mayoría, los organismos políticos de Fujimori que en realidad constituyen bandas organizadas de delincuentes y estafadores de gran nivel se han integrado a Sí Cumple (organizaciones que estuvieron arrogándose la verdadera representatividad del “fujimorismo” en el país), a Fujimori se le ocurre volver al Perú vía Chile, justo en momentos en los que las clases dominantes de ambos países- sobre todo la chilena- empujan hacia un conflicto, situación que sólo daría ganancias a estas clases en cuanto a comercio de armas, tráfico de territorios, réditos políticos, etc. ¿Se le ocurre o es meditado cuidadosamente? Sobre todo cuando al llegar es escoltado por la policía como si se tratara de un huésped ilustre y estos mismos policías dudan 10 horas en arrestarlo ignorando la orden de captura lanzada tiempo atrás por la INTERPOL.
¿Por qué meditaría tanto sobre venir al Perú a través de Chile? Hay que recordar que las relaciones entre Perú y Chile vienen enturbiándose por muchos temas desde hace bastante tiempo, empezando por la venta de armas al Ecuador por el país del sur, a través de su ex ministro, ahora Secretario General de la OEA, la cuestión de la salida al mar de Bolivia (exigencia histórica planteada y exigida hasta por el ex Presidente de Bolivia, Mesa, de quien no se va a decir que es revolucionario), a la que ahora prometen como solución, un crucero, sin consultar con el gobierno peruano, complicando más aún las relaciones con el Perú, que en las últimas semanas planteó desde su Congreso una demarcación marítima (que pasa necesariamente por una territorial) definitiva, causando esto molestia a los círculos de poder chileno, cancelando inclusive en la IV Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, Argentina, la reunión sobre un TLC bilateral, entre Chile y el Perú.
¿Y qué pasa mientras con el Japón? , ¿Por qué soltó a su otrora hijo predilecto? No solamente porque las elecciones peruanas se acercan. Hay otros intereses dentro del Plan Pacífico, dentro de la necesidad del mercado sudamericano.
Toledo y el Congreso para “solucionar” el conflicto con Chile piensan adherir a la Convención del Mar (CONVEMAR). En realidad quieren que el que solucione el conflicto sea el gobierno de Bush. La Convención del Mar, es una carta impulsada por los Estados Unidos para tener mayor dominio político y militar sobre los mares del mundo, sobre todo en el Pacífico, situación que le permitiría, de firmar el Perú, apoderarse directamente de nuestros recursos naturales marítimos (animales, vegetales y minerales), además de poder ingresar a esta parte del continente de manera muy fácil a través del mar, en caso de una invasión armada.
Es decir, la adherencia del Perú a la Convención del Mar significaría un conflicto con Chile, para el cual no está preparado el Perú, la transformación del debilitado país en una cabecera de playa de los Estados Unidos y la pérdida de influencia presente o futura del imperialismo japonés en tierras sudamericanas.
Ambos imperialismos en disputa, requieren del fin de las alianzas como el MERCOSUR o la CAN, así como la derrota de la revolución en Venezuela y el ALBA y sobre todo el triunfo en las próximas elecciones en Bolivia, de una alternativa de gobierno popular, que defienda entre otras cosas, la nacionalización de los hidrocarburos y la salida al mar . El resultado de la IV Cumbre de las Américas así lo demuestra, los países que han dicho no al ALCA, son los 5 países con más alto PBI en la región sudamericana, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela. El liderazgo de Hugo Chávez y una posible presidencia de Bolivia por Evo Morales, preocupa al gobierno de Bush que no ha salido bien librado de la Cumbre.
La guerra entre los imperialismos no se observa en estos momentos con balas o bombas, se ve en el pleito soterrado que tienen por los mercados, y en esto los va a llevar a utilizar todas las cartas posibles.
Un guerra entre el Perú y Chile le daría a los Estados Unidos pretexto para intervenir, impulsando una cacería de brujas contra Bolivia y el movimiento popular en el Perú, afianzar aún más el Plan Colombia y atacar la revolución en Venezuela desde afuera y desde adentro, adquiriendo un gran manejo geopolítico y económico en la región, petróleo, gas natural, coca, recursos marítimos, agua, etc., sólo serían algunos de sus beneficios.
Esta guerra alejaría al Japón de sus intenciones en el continente al menos por un tiempo, por lo tanto la presencia de Fujimori, trae las instrucciones de negociar con el Perú un debilitamiento en sus exigencias a Chile, que en realidad son sólo una máscara para firmar la Convención del Mar. Para lograr la presión necesaria, Fujimori podría poseer algunos “secretos importantes” del régimen o de personajes políticos y militares. De todas formas su negociación facilitaría el triunfo de Chile sin guerra, en lo que respecta a los temas de Bolivia y Perú, convirtiéndose en una potencia política, que es lo que necesita y desea desde hace tiempo. Es importante además, observar el nivel de relaciones económicas y políticas que existen entre Japón y Chile.
Como se de este proceso, el Perú pierde. Además del pueblo explotado en toda Sudamérica, de no intervenir el pueblo organizado.

La labor de las organizaciones populares frente a Fujimori, Toledo y el imperialismo.

El pueblo y su vanguardia deben estar claros respecto a las intenciones del gobierno neoliberal de Toledo que cumplió en hacer “fujimorismo sin Fujimori” y de este último en caso de regresar al Perú e intentar ser el candidato de Japón a las elecciones presidenciales. Recordemos el caso del genocida Alan García, que pudo regresar como si nada hubiera pasado, reclamando apara sí mismo el carácter de perseguido político que ahora pide el mismo Fujimori.
Ambos, Fujimori y Toledo, pro- japonés o pro- yanqui, son pro-imperialistas y han hambreado y reprimido al pueblo y piensan seguir haciéndolo.
Debemos entonces, organizarnos para exigir la repatriación del genocida y no ceder ante prolongadas excusas jurídicas que lo protejan en tierras chilenas. Tampoco debemos dejar que se firme la Convención del Mar, que sería la entrega de nuestro mar territorial a la explotación capitalista norteamericana.
Lo que si debemos exigir, es la salida al mar de nuestros hermanos bolivianos y la explotación y comercialización conjunta del gas natural y de la hoja de coca. Estados Unidos desea ser el árbitro en la guerra contra el movimiento popular andino, contra los cocaleros y los mineros, contra los trabajadores del gas y de los puertos, gérmenes de futuras industrias nacionales. La firma de la Convención del Mar somete tanto a los pueblos de Bolivia y el Perú como al de Chile, pues sería el gobierno norteamericano el que decidiría cualquier tema respecto al mar y a los puertos, incluyendo comercialización y distribución del gas, etc. La Convención del Mar encubre en realidad el pleito por el mar entre los imperialismo japonés y norteamericano, no debemos permitir que se desangre a nuestros pueblos por sus miserables intereses.
Los pueblos de América Latina son hermanos, más allá de sus burguesías nacionales y sus gobiernos de turno, una guerra sólo destruiría a los pobres y explotados y contribuiría a la destrucción de la ya golpeada unidad clasista latinoamericana.
Fujimori representa en este momento lo más bajo y sucio de la política imperialista. Su persona, es el símbolo de la explotación, la corrupción, el cinismo y el crimen. El pueblo peruano debe juzgarlo y desterrar para siempre la injerencia extranjera en nuestro país.


¡Repatriación y juicio popular a Fujimori!
¡Fuera Toledo, sirviente de Bush!
¡Abajo el imperialismo Nipón-Yanqui!
¡No a la firma de la Convención del Mar!
¡Salida al mar para Bolivia!
¡Sí a la integración económica de Perú y Bolivia!
¡Por una patria nueva dentro de un mundo nuevo!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Compatriota Martín Guerra, concuerdo con sus apreciaciones en todos sus extremos, claro y valiente. Continúe. Es hora de que los pueblos de A.L. se liberen de los yugos imperialistas, concienticemosa nuestros compatriotas.

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